Cuando la escuela debe ocurrir

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Karina Gómez es especialista en educacion. Docente. Asesora en Necesidades Educativas Inclusivas. Formadora de formadores.

En este tiempo en que las distintas voces de una sociedad deben ser escuchadas sin dudas ni cuestionamientos, la escuela es uno es uno de los lugares que precisamente es observada con mayor atención.

La escuela es el ejemplo más clarificador para recrear la dinámica de una sociedad. En cada aula confluyen distintos modos de ser, sentir, aprender y vivir.

Por eso se dice que en la escuela se educa para la diversidad. Es que, tomando esta acepción, los centros escolares son ámbitos muy valorados pues reúnen todas las características que pueden contribuir a fomentar la inclusión. Donde se podría favorecer la participación y atención de alumnos con necesidades educativas diferentes, discapacidades, dificultades de aprendizaje, sociales, vinculares, de distintas ideologías, creencias y altas capacidades.
Sin embargo, a pesar de poseer todas las condiciones como espacio educativo y contenedor, el trabajo en la diversidad no siempre ocurre.

Es posible nombrar diversos factores por los cuales “no ocurre” el trabajo en la diversidad en las escuelas. Algunos de ellos son externos, propios de cada sistema educativo que guían el trabajo en las instituciones. Otros están relacionados con factores económicos, pues las partidas presupuestarias de cada distrito son insuficientes; de los cuales no se abordarán en este artículo.

Sin embargo, una escuela inclusiva es posible

En primer lugar, una escuela inclusiva debe ser un lugar al que todos pertenecen, son aceptados y apoyados para aprender. Todos los alumnos están pensados. En sus aulas reciben lo que necesitan para su progreso en el aprendizaje de contenidos y valores.

Parten de la filosofía que y pueden aprender en la vida cotidiana de la escuela y de la comunidad. La diversidad se valora en tanto ofrece mayores posibilidades de aprendizaje a todos sus miembros.

Se promueven redes de apoyo y aprendizaje cooperativo. Los maestros y el resto del personal escolar trabajan juntos y promueven la enseñanza en equipo.

El éxito requiere que la comunidad educativa tenga una actitud de aceptación, respeto y valoración de las diferencias. Un aula diversa considera a todo el grupo y no sólo a quienes se ajusten al “alumno ideal o esperado”.

La pregunta es cómo puede ocurrir en la escuela el aula diversa

En primer lugar, como se mencionó, el cambio de la mentalidad acerca del concepto “diversidad”. Y en segundo también un cambio en la práctica escolar.

En la escuela debe ocurrir la atención de esa diversidad teniendo en cuenta que es posible intervenciones pedagógicas apropiadas a tal fin.

La necesidad de trabajar bajo el lineamiento del Diseño Universal de Aprendizaje trae esa ventaja.
Cuando un docente planifica su clase teniendo en cuenta el DUA como marco de referencia, define la mejor manera de enseñar a la totalidad de sus estudiantes. Considera al alumno que carece de confianza para hablar en clase y al estudiante que sobresale en ciertos ámbitos del conocimiento.

Al aplicar un diseño proactivo de enseñanza y seleccionar contenidos y actividades en el aula permite lograr el aprendizaje mediante múltiples vías y así llegar a todos los estudiantes. Un acceso exitoso tiene como resultado un aprendizaje y una adquisición de conocimientos igualmente exitosos.

Para esto en el aula deben ocurrir:

  • Múltiples medios de representación de los contenidos.
  • Múltiples medios para la acción y la expresión.
  • Múltiples medios para la motivación e implicación en el aprendizaje.
  • Eliminación de las barreras causadas por pedagogías rígidas o inflexibles.
  • Comprender distintos estilos de aprendizaje para así planear la presentación de la información de tal manera que ayude a la comprensión.
  • Elaborar materiales de apoyo para el aprendizaje que pueden ir desde una alta tecnología o elaboradas con materiales disponibles por el docente.
  • Ofrecer a los estudiantes múltiples medios de acción y expresión para responder a los diferentes estilos de aprendizaje y habilidades, de modo que puedan dar cuenta de la comprensión del contenido mediante formas que aprovechen sus fortalezas expresivas.
  • Comprender la manera en que los alumnos se expresan ayudará a planificar sus clases con el fin de fomentar la participación de todos.
  • Entender que las respuestas en clase pueden ser verbales, escritas, gráficas o basadas en la tecnología.
  • En un aula alfabetizadora, algunos leerán de manera logográfica, otros silábica, otros convencionalmente bajo un mismo proyecto.

Mientras se describe esta propuesta para un trabajo en un aula diversa, para que ello ocurra a nivel institucional la institución podría incorporar la evaluación de los índices de Inclusión. A partir de los mismos podría conocer cuán inclusiva es la educación que ofrece y qué prácticas podrían mejorar, sustituir o incorporar para atender a la diversidad del alumnado de manera que ocurra efectivamente.