Educación inclusiva en el mundo de la Inteligencia Artificial

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María del Mar Sánchez es doctora en Pedagogía. Miembro del Grupo de Investigación de Tecnología Educativa y profesora titular del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. También trabaja aspectos relacionados con el impacto social, cultural y educativo de las tecnologías digitales (ciudadanía digital, seguridad en la red, etc.).

Actualmente imparte clase en la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia, en las titulaciones de Magisterio, Pedagogía y Educación Social, en asignaturas relacionadas con la Tecnología Educativa. Formadora de profesores de Infantil, Primaria, Secundaria y Universidad sobre el uso de distintas herramientas en entornos educativos (como blogs, redes sociales, robótica educativa, etc.) y de estrategias y metodologías de aula que incorporan TIC, así como sobre aprendizaje en línea.

Forma parte del Colectivo DIME y comparte sus reflexiones en TIC @ Educación.

2023 ha sido el año del boom de la IA. Aunque existe desde hace décadas y está más presente en nuestra vida de lo que creemos, el desarrollo de modelos generativos de lenguaje como GPT, por ejemplo, ha puesto en cuestión algunas
dinámicas muy asentadas en la escuela, como los deberes o los trabajos, por lo que desde el principio, la educación ha sido uno de los focos de interés de análisis del impacto de la IA en la sociedad.

En el ámbito educativo, y específicamente en el marco de la educación inclusiva, ya existen sistemas de IA que ofrecen interesantes posibilidades para su uso en la educación, sobre todo en relación a la accesibilidad, por ejemplo, a
través de software de reconocimiento de voz y lectores de pantalla para estudiantes con dificultades visuales o traductores automáticos de lengua de signos.

De hecho, debemos tener en cuenta que una de las potencialidades que más se encuentra en la literatura científica sobre IA y educación hace referencia a la personalización del aprendizaje. Esto permitiría ajustar las tareas, sugerir
recursos adicionales y ofrecer feedback específico para ayudar a los estudiantes a avanzar a su propio ritmo. Por lo tanto, este planteamiento , a priori, parece favorecer la educación inclusiva al poder hacer uso de estos recursos y poder atender las necesidades de forma individualizada.

No obstante, hay una serie de consideraciones que deberíamos tener en cuenta. En primer lugar, existe el peligro de tener expectativas irreales sobre lo que la IA puede lograr en la educación. La tecnología puede ser vista como algo
que puede contribuir a dar nuevas oportunidades para la educación inclusiva (si la utilizamos adecuadamente), pero no como una solución mágica para todos los desafíos educativos. En este sentido, me parece interesante el trabajo de
Nemorin y su equipo (https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/17439884.2022.2095568), que consideran que uno de los riesgos de la IA en la educación es la «dataficación».

Esto implica entender que el proceso que tiene lugar entre estudiantes y profesorado puede reducirse a un conjunto de datos lógicos susceptibles de ser gestionados por máquinas, por lo que puede predecirse. Además de los riesgos
que conlleva de por sí esta idea, se abordaría un enfoque muy centrado en la medida y los datos, lo que responde a un deseo de mecanización de la tarea pedagógica y también a una visión reduccionista de lo que es el proceso educativo. El proceso de enseñanza-aprendizaje es complejo y no puede ser totalmente automatizado. Si hablamos, además, de educación inclusiva, el enfoque y los valores que se promueven son tan importantes como la adaptación de los recursos o los contenidos, por lo que el rol del docente sigue siendo fundamental.

Imagen realizada con Leonardo.AI

Teniendo eso en mente, sin embargo, una de las ventajas que el profesorado ha encontrado en la IA generativa es que puede ayudar en algunas tareas como la planificación o el diseño de recursos. Esto implica que podemos hacer uso de
estas herramientas para diseñar recursos que tengan en cuenta el enfoque DUA, por ejemplo. En cierto modo nos ayuda como generadora de ideas a no partir de una página en blanco, y esto tiene grandes ventajas. Sin embargo, es
muy importante valorar el planteamiento con el que se utilizan estas herramientas. Podemos sacar partido de ideas interesantes, sí pero tenemos que tener en cuenta varios riesgos. Por un lado, es importante ser cauteloso al manejar datos personales de estudiantes ya que esto conlleva varios riesgos, principalmente debido a cuestiones de privacidad y seguridad. Por otro lado, estos sistemas, como los modelos de lenguaje generativo, se entrenan con grandes conjuntos de datos que pueden contener inexactitudes, prejuicios o perspectivas sesgadas. Cuando se genera contenido basado en estos datos, existe el riesgo de que se reproduzcan o amplifiquen estos sesgos. Por ejemplo, se han encontrado ya casos de sistemas de reconocimiento facial que han sido discriminatorios. (https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-45980171). Esto es particularmente problemático en la educación inclusiva, en donde tratamos precisamente de superar los estereotipos y limitaciones que existen en torno determinados estudiantes. Esto se agrava si los docentes no somos conscientes de la naturaleza generativa, que también puede ser ficticia, del contenido producido por la IA. Por ello, es fundamental la alfabetización para entender cómo funcionan estos modelos de IA para poder hacer un uso más responsable y crítico de los mismos.

Además de la necesaria alfabetización técnica, también resulta fundamental el desarrollo de la competencia digital del docente y contemplar la importancia de que el colectivo educativo participe en el diseño y desarrollo de estos sistemas
de IA, ya que apenas ha tenido presencia hasta ahora (https://link.springer.com/article/10.1007/s11528-022-00715-y). El docente sigue siendo fundamental para hacer una integración didáctica adecuada de estos recursos y si hablamos de educación inclusiva, es el que debe guiar el enfoque que permita atender a la diversidad con criterio. Sería bueno no caer en los errores del pasado (https://mmarsanchez.es/index.php/2023/11/28/ia-en-la-educacion-no-caigamos-en-los-errores-del-pasado/).

Otro de los desafíos que nos plantea la IA en el ámbito de la educación inclusiva es el de la brecha digital. La pandemia evidenció que la tecnología puede ser una oportunidad, pero también un riesgo cuando no todos disponemos de ella o no sabemos cómo utilizarla adecuadamente. En este sentido, los estudiantes de entornos socioeconómicos desfavorecidos pueden enfrentarse a limitaciones para acceder a estas herramientas. También afectaría a los estudiantes que carecen de habilidades digitales básicas, ya que no pueden aprovechar plenamente el potencial de la IA y el mal uso puede conllevar riesgos. Esto no solo condiciona su aprendizaje, sino que también puede afectar su preparación para un mundo cada vez más digitalizado. Lo que es más, podríamos plantearnos la importancia de las políticas educativas y decisiones que se tomen en torno a la IA. Hay artículos que mencionan el potencial de la IA para generar oportunidades educativas en países en vías de desarrollo, que en principio podría ser interesante, pero esto conecta directamente con la idea de «dataficación» planteada anteriormente y podemos plantearnos si es tan distópico pensar que podremos tener un mundo en el que sistemas de IA se extiendan en algunos contextos y que el acceso a un proceso de enseñanza-aprendizaje “mediado” por humanos sea un valor añadido que solo puedan permitirse en algunos países. Con la IA, la regulación desde organismos internacionales, la ética y la perspectiva humanista cobran vital importancia.

La implementación de sistemas de IA debería, por lo tanto, ser reflexiva, considerando cómo pueden adaptarse a las necesidades individuales de cada estudiante, sin importar sus capacidades y sin que esto implique discriminación
de ningún tipo
. Los desarrolladores de estas herramientas deben colaborar estrechamente con educadores y profesionales en atención a la diversidad para asegurar que los algoritmos y los datos utilizados no perpetúen estereotipos ni sesgos. El uso de IA en la educación debería contribuir a la igualdad de oportunidades para todos los estudiantes, y ahí el papel del docente sigue siendo fundamental.