La accesibilidad cognitiva: el mundo a nuestro alcance

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Elia Zapico es experta profesional en accesibilidad cognitiva, lectura fácil y otros recursos por la UNED. Miembro de ASEPAU.

Comparte sus experiencias en Visual Thinking en Educación.

Mi llegada al mundo de la accesibilidad cognitiva no ha sido fruto de la casualidad, o tal vez sí. Lo que sí es cierto es que ha abierto ante mí un enorme e inesperado abanico de posibilidades personales y profesionales.
Al mismo tiempo, me parece una increíble oportunidad poder aportar mi granito de arena para hacer de esta sociedad un lugar más amable y justo.

Hace algunos años, cuando mi hijo tenía 13 meses, le diagnosticaron una grave enfermedad, actualmente superada, que dejó una profunda huella en él: Trastorno Específico del Lenguaje (TEL), actualmente conocido como Trastorno del Desarrollo del Lenguaje (TDL).

Superar ese primer bache en nuestra vida fue el logro más importante que mi familia y yo hemos conseguido hasta la fecha, pero desde entonces no ha habido un solo obstáculo que se nos haya presentado que no hayamos sorteado mediante el trabajo, el estudio, el aprendizaje y la lucha mi hijo, mi marido y yo misma.

Este tránsito por el TDL me llevó, hace ya algunos años, a reforzar en casa los aprendizajes de mi hijo en el colegio. Se hacía imprescindible ese apoyo para lograr que no se quedara atrás y pudiera seguir el ritmo de sus compañeros y
compañeras.

Comencé a ayudarle sin saber cómo hacerlo, por dónde empezar, cómo abordar aquella situación y sin que nadie me guiase en el proceso. Empecé a llevarlo a cabo por puro instinto, mediante ese impulso que muchas
personas desarrollamos con firmeza cuando se trata de sacar adelante la problemática de un hijo.

Un día, en 3º de Primaria, tuvo que enfrentarse a sus primeros exámenes. Mi hijo tenía una fotocopia de un tema de Ciencias Naturales tan gris, tan triste, tan fría…,que no conseguí hacerse con el tema: ahí me di cuenta que algo
debía cambiar.

Fue así como descubrí los pictogramas de ARASAAC y, en un momento (o así me lo parece ahora) mi marido y yo preparamos un esquema sencillo, pero mucho más visual y claro, que le permitió asimilar los conceptos en un
momento. ¡EUREKA! Ahora sabíamos que su problema nunca había sido una cuestión de inteligencia, sino de comprensión, y lo que necesitaba era adaptar su material y la manera en la que la información le llegaba.

Desde ese momento seguimos preparando juntos nuevos materiales, primero sencillos y rudimentarios (de “andar por casa”), y más tarde algo más elaborados y técnicos. He desarrollado mi imaginación hasta puntos inimaginables, y todo para hacer que su aprendizaje fuera lo más entretenido y divertido posible y nunca una carga o una obligación.

Utilizamos material manipulativo, muchos y muy variados juegos de mesa, puzles, libros a montones, aplicaciones digitales, y un sinfín de recursos que íbamos encontrando por el camino.

Para nosotros un viaje en coche suponía una oportunidad nada despreciable con vistas a un nuevo aprendizaje. Recorrer en coche media península ibérica para pasar las vacaciones de verano da para repasar la Geografía y las
Ciencias Naturales de toda Primaria: comunidades autónomas, provincias, capitales, ríos, montes, paisajes, relieves, monumentos…

Después de su diagnóstico de TEL, alrededor de los 7 años, entramos en contacto con familias en nuestra misma situación, y más adelante creamos en 2018 la Asociación del Trastorno Específico del Lenguaje de Asturias (ATELAS). Nuestro propósito siempre ha sido dar visibilidad a un trastorno desconocido y casi invisible, y dar voz, apoyo y asesoramiento a las familias.

Con la asociación llegó mi primera oportunidad para dar a conocer el trabajo que yo había desarrollado en casa con mi hijo. Nos reunimos con un Equipo de Orientación Educativa para hablarles sobre el TEL (TDL). Recuerdo que preparé una sencilla presentación, sin otra pretensión que mostrar ese trabajo en casa y poner en valor el esfuerzo y tesón de mi hijo en su lucha por no perder el ritmo con sus iguales. Salí de aquella reunión con la convicción de que estaba haciendo algo realmente importante y que podía ser de utilidad para otras familias y profesionales. Fue en ese momento cuando decidí crear mi primer blog para compartir mi material de forma abierta y gratuita.

Ese primer blog se llama “Cocinando materiales”, en él recopilo recursos adaptados que van desde Educación Infantil hasta Secundaria, dividido por materias y abarcando temas muy diversos, desde las Matemáticas más básicas hasta la Biología o la Historia, con el objetivo prioritario de cubrir las necesidades de mi hijo en cada momento de su etapa educativa. Son materiales muy visuales porque, en la adaptación de materiales para personas con dificultades en el aprendizaje, “lo visual” adquiere una importancia imprescindible.

Con los años he ido formándome para hacer de ese material un recurso cada vez más preciso y adaptado a las necesidades que mi hijo iba presentando.
Así, un tiempo después decidí crear otro blog en el que unir mi pasión por el dibujo y la creación de materiales.Este segundo blog se llama Visual thinking en educación. En él, como su nombre indica, el pensamiento visual, los mapas mentales, las infografías ilustradas y las rutinas de pensamiento cobran especial sentido.

Todo este trabajo no tenía mayor repercusión que la proporcionada por mi escasa proyección en redes sociales. Utilizaba varias de ellas muy a menudo, pero no acababa de encontrar mi sitio en ninguna, hasta que un día se cruzó
en mi camino, en Twitter, Ingrid Mosquera Gende y de pronto, casi sin contar con ello, descubrí sus magníficas #CharlasEducativas y el #ClaustroVirtual que tanto conocimiento aportan a la comunidad educativa.

Recuerdo que, al principio, solo me atrevía a dar “me gusta” a esas publicaciones, pero no interactuaba. Las guardaba porque me resultaban muy interesantes, escuchaba las charlas, iba aprendiendo y, de pronto, me vi incluida como una docente más dentro de ese hashtag.

Gracias a Ingrid y a otras compañeras del claustro, encontré el empujón que necesitaba para atreverme a reconocer que tengo mucho que aportar por mi experiencia de tantos años. La propia Ingrid me dio voz en su Space de los domingos para hablar sobre el Trastorno del desarrollo del lenguaje y el trabajo en casa.

El paso del tiempo y la autonomía que mi hijo ha ido ganando me han permitido reciclarme y formarme en aspectos relacionados con las necesidades educativas y con la discapacidad intelectual y/o del desarrollo. Mi formación en
materia de accesibilidad cognitiva y lectura fácil me ha permitido descubrir lo bonito que sería que todas las personas pudieran disfrutar y sentirse incluidas en esta sociedad.

He conocido grandes profesionales que se levantan cada día con el sueño de hacer de sus centros educativos lugares de encuentro, de risas, de niños y niñas hambrientos por aprender, de días de sol y días de lluvia, de días en los que tirarían la toalla por no comprender un sistema en el que el papeleo y la burocracia es prioritario sobre lo que realmente importa: el alumnado.

Esos profesionales que me enseñan cada día son el motor que me empuja a querer encontrar formas para ayudar a quienes más lo necesitan. Son personas que no pueden o no saben comunicarse, que no comprenden el mundo que les rodea, cada día más caótico y desequilibrado. Personas que viven en una sociedad totalmente discapacitada: sí, no son las personas las discapacitadas, sino la sociedad, que debe dejar de mirar hacia otro lado y asumir que debe cambiar y adaptarse a una transformación universal y accesible que es ya imparable.

Quedan muchas miradas por cambiar, muchos mensajes erróneos que hablan desde el desconocimiento y la pura ignorancia, de quien piensa que la discapacidad es “eso que le pasa al vecino o a la cuñada del primo de tal o
cual persona” y no se para a pensar en la instantaneidad de la vida, que cambia a la velocidad del vértigo: nuestra vida ideal puede desmoronarse en el tiempo que tarda en hacerlo un castillo de naipes.

Solo comprendiendo que la discapacidad es una cuestión de TODOS los seres humanos empezaremos a creer que es posible convivir en un mundo en igualdad de derechos y oportunidades para todos.

Y, por lo que a mi familia respecta, sé que mi hijo es cada día un poco más autónomo, porque le estamos dotando de las mejores y más precisas herramientas que tenemos a nuestro alcance para ello, y porque sabemos que, con su esfuerzo y tesón, logrará ser todo aquello que se proponga.

Mientras, nosotros, como padres, soñamos solo con que sea feliz en un mundo que no le pertenece.

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