Conclusiones de mi paso por el curso “Atención a la diversidad: una aproximación multifocal”

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Kike Guerrero está actualmente jubilado de la docencia directa hacia el alumnado, aunque sigue impartiendo cursos de formación al profesorado sobre el tema de la programación, realización de unidades didácticas, evaluación y calificación. Participa también en la elaboración y ejecución de proyectos en los que se integra como ayudante de los docentes de una manera presencial en las clases. Ha desarrollado durante muchos años su labor docente en las etapas de primaria y secundaria obligatoria en diversos centros de las provincias de Granada y Cádiz, así como la labor de asesor de formación en el Centro del Profesorado de Jerez. Es especialista en Inglés, Lengua y Música. Desde hace unos años difunde sus ideas a través de su blog “Un granito docente”, donde se ha centrado en los temas de la evaluación criterial del alumnado. Miembro activo del espacio de Twitter #CharlasEducativas promovido por Ingrid Mosquera.

El pasado mes de noviembre acabó el curso “Atención a la diversidad: una aproximación multifocal” organizado por Ingrid Mosquera y Aula Desigual y en el que tuve la oportunidad de participar como ponente en una de sus sesiones.

A través de las catorce sesiones de la que ha constado, se han compartido una diversidad de aspectos que han englobado todos los puntos de vista que, en una formación de este tipo, se pudieran esperar: aspectos literarios, médicos, legales, o aquellos que pueden hacernos pensar en la localización de barreras que impiden la auténtica inclusión en el ámbito educativo. Especial mención a aquellas personas que nos han contado sus vivencias, desde el propio ámbito personal hasta el familiar, en esas sesiones cargadas de emotividad y de espíritu de superación.

Por mi parte, dejando a un lado la gran formación que he tenido como participante del curso y que ha sido excepcional, he intentado transmitir a los compañeros que una verdadera inclusión es posible, y que a pesar de la gran variedad de normativas que tenemos sobre este tema, podemos actuar en nuestras aulas de una forma que respetemos las capacidades de cada persona haciéndolo de una forma legal y con toda la tranquilidad del mundo. Esa tranquilidad que nos da el saber que estamos haciendo las cosas bien y que estamos favoreciendo la progresión de nuestro alumnado tanto en el ámbito personal como en el educativo.

La nueva normativa (la LOMLOE) manifiesta un interés (poco comprendido por algunas comunidades) sobre el respeto a la persona y a sus capacidades. Tanto es así, que encontramos un artículo reconociendo que hay que realizar una “atención a las diferencias individuales”. Se recoge tal cual en la normativa.

Y eso es lo que se ha querido transmitir en este curso. Ya explicaba en la charla que hay comunidades donde se ha entendido mejor este concepto y otras que lo han querido asemejar a la taxonomía que ya venía funcionando, pero que en nuestra labor como docentes está el hacer una adaptación de esa normativa que nos permita (sin saltársela) mirar más allá, y siempre en beneficio del alumnado.

Pensemos que el alumnado que tenemos es completamente diverso, y que nuestro planteamiento de actuación debería estar en ofrecer, dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje lo que cada persona necesita, y sobre todo evaluar conforme a las capacidades reales de las mismas. No podemos poner el currículo por encima del alumnado, y por tanto, nuestro planeamiento de dicho proceso debe tener “techos altos y suelos bajos”, es decir coger el currículo y adecuarlo a la realidad de la clase, en una horquilla tan amplia que todo el mundo se sienta cómodo, ilusionado y motivado para hacer las cosas porque vean que son asequibles y que pueden lograr llegar a “su” meta.

Para ello, el currículo actual nos ofrece también una gran amplitud para estar los docentes igualmente cómodos. Tenemos desde los descriptores operativos de los perfiles de salida hasta los criterios de evaluación, pasando por las competencias específicas. Todos estos elementos curriculares nos ofrecen la posibilidad de pensar en ese “techo alto” para el alumnado que tenga capacidad para alcanzarlo, y ese “suelo bajo” para el alumnado que lo necesite.

De todo eso hemos hablado en este curso abierto, pero sobre todo hemos hablado de que debemos quitar etiquetas, de que un alumno o alumna no “es” NEAE o AACC, sino que es una persona y que, como tal, tiene unas capacidades y unas necesidades, y que tenemos que comenzar a creernos que somos nosotros, los y las docentes, los responsables de que desarrollen todas sus capacidades al máximo. Y claro está, para ello hay que atender a la diversidad, SÍ o Sí.